Visitamos hoy un pueblo que hemos mencionado en artículos anteriores: Peñacaballera.
En la cabecera el paisaje que vemos desde el pueblo mirando al oeste.
Es de los primeros pueblos que conoceremos en la mayoría de las rutas que hagamos por esta comarca puesto que se encuentra casi en la misma salida de la autovía, apenas a 2 km de la misma, y si queremos ir a El Cerro, Lagunilla, Montemayor o Valdelageve por esta vía es punto de paso obligatorio.
Pueblo pequeño pero con encanto. Su entorno es de los más privilegiados de la zona, ideal para turismo rural o para pasar un verano fresco, situado en la cara norte de la sierra pero con una estupenda solana por su ubicación parece una isla en un mar de castaños y frutales, en primavera vemos florecer cerezos, ciruelos, manzanos más adelante, perales … tiene una buena red caminera para hacer rutas en dirección al monte, al río Cuerpo de Hombre que discurre a sus pies, al puente de La Malena enclave importante en la red viaria pues era el paso de la calzada romana de La Plata sobre el río.
Su situación nos hace pensar que surge pronto como aldea poblada, tan pronto como la unión de Castilla y León en una sóla corona permite y da tranquilidad a la zona. Hagamos un poco de historia. El nombre de por sí es sonoro y es de los más antiguos del concejo, se menciona en los textos medievales que recogen tratados entre los reyes de León y Castilla allá por el siglo XII.
Peñacaballera alude a un risco o peña a caballo sobre otra, notoria a la vista humana y por ello hito geográfico claro a la hora de señalar términos o lindes, en nuestro caso nada menos que fronteras. Julio González, historiador autor de obras básicas para el conocimiento de la historia castellana y leonesa de los siglos XI-XIII, recoge en su obra sobre Alfonso IX de Léon las siguientes líneas :
[hablando de las paces de Valladolid, en 1209, entre León y Castilla]
“Et Penacavaleira et Penanigra et Cabeza de Papachoquinos sint ermata et nunquam populentur neque susum neque iusum”
Que podríamos traducir más o menos así:
“Y Peñacaballera y Peñanegra y Cabeza de Papachoquinos sean yermas y nunca pobladas ni arriba ni abajo”
[Alfonso IX fija los términos del concejo de Miranda del Castañar, separándola de Salamanca, que pasaban por:]
” … per inter cabezam de Sancto Iohanne et de Sancto Stephano, et deinde ad pontem de Salgosin que ferit in Calzada. Preterea dat eis dominus rex Pennam caualeiram et suum terminum, deinde quomodo uadit Penna caualeira cum aquis intrantibus ad Balneos. Istos terminos parcitur Miranda cum Gran [ata]…”
que podríamos traducir aproximadamente como
“… por entre la cabeza [lo alto ] de San Juan [actual Santibáñez de la Sierra] y de San Esteban [de la Sierra], y desde allí hasta el puente de Salgusín [río Sangusín] que hice en Calzada [posiblemente alguno de los puentes del río Sangusín sobre la calzada, hay uno en Valdehijaderos]. Además da el señor rey Peñacaballera y su término, según y como llega Peñacaballera con las aguas que entran [bajan] hacia Baños. Estos términos parten Miranda con Granada…”
Podéis leer esto más ampliamente, dentro de un contexto más global, visitando mi web
http://webs.ono.com/msanch3/reconquista.htm
Peñacaballera es así uno de los primeros nombres actuales que encontramos en los documentos a partir de la reconquista y la repoblación de la zona.
Su devenir estuvo ligado a Montemayor, la villa, de la que fue anejo – igual que Aldeacipreste, Valbuena y Valdescoboso- hasta que fue creciendo y se “independizó” con alcaldes y oficiales propios.
La vida de este pueblo basculó entre el núcleo del mismo y su barrio, por decirlo así, situado en la calzada romana, a la vera de l camino, lugar que se conoce de diversas maneras: San Miguel, recuerdo de una posible ermita que hubiera en el llano y a donde iban en romería los vecinos de Baños, o El Coto o para muchos más cercanos a nosotros El Chusco, por el nombre de un hostal con ese nombre. Este barrio se originó por la cercanía a las rutas camineras que tanto importancia han tenido en nuestra comarca.
Es aquí en San Miguel donde realmente culmina el puerto de Baños, pues tanto hacia el sur como hacia el norte encontramos sendas bajadas.
Hacia el norte buscando Castilla bajamos hasta el puente de La Malena, límite entre los reinos de León y Castilla, entre Montemayor y Béjar, una bajada pronuciada, entre frondosos castaños, desde la que podemos ver el viaducto de la autovía recién acabado, llegando al puente cruzamos el río y podemos avanzar por la calzada, el llamado Camino Real por los vecinos y que podemos continuar en una suave subida hasta La Calzada, viendo algún miliario de paso.
Si optamos por bajar a Extremadura encontramos enseguida los restos de la calzada romana que nos llevan en un ameno descenso a Baños de Montemayor, la calzada ahora discurre al aire libre lo cual nos permite disfrutar de un bonito paisaje aunque con un tramo sin apenas sombra que nos ampare en las horas de calor, que podemos mitigar en alguna de las fuentes de la bajada, por otra parte corta, son apenas dos km de bajada.
Esta zona del puerto vió asentarse a las tropas romanas de Cecilio Metelo durante las campañas lusitanas, fue de hecho la frontera de una de ellas, el límite al que llegó y nos dejó el recuerdo de Caecilius Vicus, pequeña aldea situada en las inmediaciones; posiblemente vieron pasar a musulmanes y cristianos en correrías y algaras de ida y vuelta, entre ellas alguna de las campañas de Almanzor contra León, Ledesma y Salamanca; luchas entre castellanos y leoneses, más tarde pasaron las tropas portuguesas y castellanas que defendían los derechos de la princesa Juana frente a los partidarios de Isabel, para entendernos Juana la Beltraneja e Isabel la Católica ( la infortunada Juana, acusada de ser ilegítima – algo que hoy se desestima por la mayoría de los especialistas- , acabó su vida enclaustrada en un convento, fue objeto de una intensa campaña de desprestigio que ha llegado hasta nuestros días; suele ser lo que ocurre a quienes salen perdedores en los conflictos); pocos años después son los Reyes Católicos quienes pasan por aquí, les seguirán otros soldados, viajeros …
Esta es la génesis de la zona conocida como “la colonia” o “el coto” o “el chusco” o “casa Adriano” en nuestros días: punto de paso casi obligado de norte a sur. A mediados del siglo XIX se arregló la carretera de Salamanca a Cáceres, obras que en este tramo coincidieron con la famosa epidemia de cólera de 1855, y a finales el ferrocarril. Estos fueron los años dorados de la comarca en muchos aspectos, se crean industrias en torno al tren, prospera la hostelería y hay una estación importante asentada en la otra orilla, en término de Puerto de Béjar, mientras que la mayoría de los edificios están en la parte de Peñacaballera, pueblo desdoblado y escondido.
La ruina de algunas de estas industrias a lo largo del siglo XX (fábricas de harinas, de maderas, de toneles para el vino) coincidió con la emigración de gran parte de su población, algo común en estos pueblos y especialmente sangrante en los años 60.
Volvamos al pueblo. ¿Qué podemos ver en Peñacaballera?
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Puerta de la iglesia
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Púlpito
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Torre rematada en espadaña
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Ermita
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Paisaje: la sierra de Francia al fondo
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Otra vista
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Casa rural
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Fuente: la inscripción nos amenaza con multas por su mal uso.
El casco urbano es relativamente pequeño y está muy remozado pero, afortunadamente, de manera que se ha mantenido bastante la arquitectura tradicional con paredes de piedra, balcones de madera, entramado con vigas de madera, con lo que su aspecto no ha empeorado como ha pasado en otros lugares.

Fuente: la inscripción nos amenaza con multas por su mal uso.
Al entrar en el pueblo llegamos casi sin querer a la plaza donde dos fuentes nos sitúan en sendos espacios, en uno de ellos la plaza propiamente dicha, con la alcaldía y la casa parroquial y a unos pasos la iglesia.
Pequeña, sencilla, limpia y bien arreglada, con un retablo barroco en buen estado, dos arcos de medio punto constituyen el elemento de sustentación del techo, el púlpito de granito y la tribuna completan los elementos a destacaren su interior. En el exterior la portada con arco de medio punto sencilla y sobria y una falsa torre con espadaña para camapanario completan la descripción del templo. En el pueblo hay además un ermita dentro del casco urbano, cerca de la segunda fuente o pilón.
¿Qué más decir del pueblo? Pienso que hay que pasearlo, callejear, respirar su tranquilidad, disfrutar de su entorno, ir a coger castañas y setas en otoño, saborear su primavera y para ello dispone de varias casas rurales ¿por qué no os animáis y venís a conocer este pequeño pueblo? A veces, cuando estoy con compañeros y hablamos de viajes, de lugares con encanto, de sitios que hemos visto les espeto un ¡AÚN NOS QUEDA PEÑACABALLERA POR VISITAR! y en más de un caso se han animado a conocerlo y han quedado agradablemente sorprendidos por el sitio.
Por último una dirección más donde podéis ver, leer y conocer mejor este pequeño pueblo del sur de Salamanca: http://web.usal.es/~pio/